Lo que más me revienta!

Hace un tiempo padecía de falta de inspiración para escribir el el blog. Quizá no padezca, zino que zea azí nomás, que no gozo de inzpirazión.
Frente a esta patología en que mis musas inspiradoras se fueron a putanear con marinos rusos, un compañero bloguero, si mal no recuerdo, Daniel Mancuso, aconsejó que mirara medios de la corporación destituyente para entrar en "miedo pánico y depresión" y de esta manera con la bilis atragantada en el garguero, las musas se dignen a visitarme, aunque más no sea a tomar uno mates.
He comprobado que mirar 6,7,8 es más que suficiente.
No voy a especificar cada una de las cosas que me molesta, porque tendría que escribir tanto y no quiero ser responsable del colapso de la red de redes con el espacio ocupado.
Pero si hay algo que me produce una sensación similar a la de agarrar las pilosidades de la zona perianal y arrancarlos a tirones munidos de una tenaza, es la caminata de Redrado, subiendo la escalera del BCRA como si fuese una estrella de jóligud.
Esa sonrisa que se puede ver bastante a menudo en los presidentes yankis, que saludan volviéndose recurrentemente hacia los flash que los encandilan de una popularidad artificial. Estas escenas se las ve mucho en esas películas de abogados o yuppies de Wall St. que ganaron el caso polémico o demolieron a una empresa del tercer mundo y salen por la puerta grande  y dan la conferencia de dorapa en las escalinatas. O aquellos que con una sonrisa y pulgar en alto dicen "no coment" (nou cóment) y saludan para la cámaras y se escabullen con el ego acariciado sabiendose las luminarias del momento.
Ese es nuestro chicago boy.
Cada escalón que trepa Hernán Pérez con su pulgar en ristre, es un pisotón el la columna vertebral de la patria. Porque por allí trepa, para llegar a la cima que el poder mediático ya ha reservado para él. Redrado lo sabe bien. Sabe con certeza que será héroe y víctima mimada a la vez, para las viejas paquetas de barrio norte y los panzudos patrones que se desayunan con la nación sentados en la Biela y lo que es más triste para muchos laburantes mediopeleros criollos.