jueves, 2 de julio de 2009
No estoy tan equivocado
La derrota llega acompañada primero de bronca. Más tarde tristeza y luego dudas. Desorientación. Uno no sabe para que donde rumbear.
Después de esta ciclotimia vertiginosa que suele acompañar los fracasos, viene la reflexión.
Uno mismo se indaga instrospectivamente, intentando encontrar ese error que motivó el traspié.
Trata(por lo menos quien tecléa) de encontrar el fallo que ni siquiera es de uno mismo.
Los invito a pensar a la política como un cuerpo o un organismo compuesto por infinidad de órganos y células. Yo vendría a ser una célula.
Sería loco pensar que una insignificante célula deba achacarse los errores de todo un organismo.
No obstante uno se siente parte de este gran cuerpo. Lo defiende con vehemencia. Lucha por él, porque esa célula mínima sabe que si el organismo muere, ella muere con él.
En la práctica la cosa no es tan así. Casi nadie muere porque un partido u organización muera o desaparezca o en todo caso cambie.
He traído este pensamiento quizá descabellado y porque no pelotudo, para dejar claro que por más que nos rompamos el marote haciendo autocríticas y buscando el pelo a la leche las decisiones se toman en altas esferas tan lejanas, a la mayoría de los militantes como Aguada Cecilio de Kansas City.
Esto no quiere decir que no analicemos, despostemos, piquemos,desmenucemos, condimentemos y hagamos chorizos con los triunfos y las derrotas. Es legítimo.
En este tren de filosofía barata y alpargatas marca Rueda pienso que he discutido mucho. He intentado torcer muchas voluntades. Me he peleado. He gritado. He convencido. Me han puteado. Me han acusado. Me ignoraron e ignoré.
El domingo con el resultado puesto se impuso pensar que todo lo había dicho no tenía sentido. Que yo estaba equivocado. Porque el pueblo le había dicho NO! a mis ideas, de las que dudé.
Sumé en aire, analicé mis anteriores argumentos, puse rewind a mis palabras. Llegué a la conclusión de que sigo pensando lo mismo. Me sigue gustando esta manera de hacer política.
Creo fervientemente en lo que creo y me vino la cabeza un alivio. No estoy solo en esto.
Y..ES MÁS! No me acompaña cualquiera. Piensan parecido a mí (aunque mejor) las mentes más brillantes de la intelectualidad argentina. Pensaba, que yo puedo equivocarme por varias cuestiones. Por ignorancia, falta de instrucción, soberbia, poca inteligencia o solo por necedad.
Pero cuando miro el cuadro de los que están de mi lado, digo: tan equivocado no debo estar!
Fijate quienes están con nosotros los que defendemos el proyecto nacional y popular:
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