viernes, 24 de septiembre de 2010

El límite de la libertad de expresión


Muchas veces nos hemos planteado cuál es el límite a la libertad de expresión. Es una discusión que debemos darnos.
Se pueden establecer parámetros que permitan expresarnos libre y democráticamente sin correr el riesgo de caer en la sensura? Yo creo que sí. Es más, creo que es necesario.
Mucho se hablado del post levanta minas de Lucas Carrasco que fue tomado como una amenaza de muerte por el periodista Alfredo Leuco. Aunque parece que, como ya es costumbre, hay un doble estándar manifiesto.
Leyendo un post del compañero Mancuso llego a una nota publicada en Perfil y firmada por Omar Bello bajo el título ¿hay que matar a Cristina? Título para una nota que es por demás sugestivo, amén de que el tipo en el desarrollo de la nota intenta disfrazar la propuesta de magnicidio con un giro berreta sobre el final.
Allí da tres opciones aunque sutilmente sugiere la políticamente correcta(íntimamente creo que Bello optaría por la segunda).

A) Hacemos lo mismo de siempre. Es decir, nos matamos entre nosotros y salvamos a los líderes.
B) Copiamos la vieja fórmula americana y matamos a Cristina.
C) Nos convertimos en una sociedad civilizada, evitamos entrar en el juego del gobierno, y dejamos que terminen su mandato con paciencia. Si no vamos por la última, jamás tendremos futuro.
Esta es solo una parte.
Lo más grave viene abajo y es aquí donde yo me formulo una pregunta en forma retórica.
Es parte del derecho a expresarse libremente llamar al magnicidio desde la impunidad del anonimato?????
Mi respuesta es NO!
El diario perfil debe hacerse responsable como vehículo de la incitación al magnicidio. Dicho de otra manera más coloquial, espresan la intención de matar a la presidenta y al ex presidente. Así, sin más. Y aquí no hay ironías ni declaraciones de amor con sarcasmos ni nada.
Mucho apelarás a la archi recontra gastada de la figura "matar al cartero" que sería en este caso Fontevechia responsable de editorial Perfil
. La diferencia es que el pobre cartero se supone que desconoce el contenido de las cartas que reparte y Fontevechia puede leer perfectamente los comentarios de anónimos que agitan un magnicidio.
Lo más grave es que los comentarios siguen allí, firmes sin que nadie tome una medida.
Es muy serio que se permitan este tipo de intervenciones cobardes, que no obstante, no quita que no haya algún loquito que lo intente de verdad.
Es Fontevechia el que se hace eco de esto y el responsable directo de la apología del delito.

2 comentarios:

  1. Se acabó la paciencia, hay que empezar a devolverles la pelota. Alguien que se sienta damnificado y presente demanda en el juzgado de turno. Basta de lo políticamente correcto.

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  2. Lo que circula socialmente es el vocabulario que los medios fomentan; más allá de la bajada ideológica de cada editorial, cada "periodista" debería ser responsable de las palabras que usa, asi como cáda uno de nosotros deberíamos tomar conciencia del sentido que le damos y la repetición que engendramos con eso.

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